Relatos del Poblado

Iniciado por Tritón, 29 Octubre 2006, 16:10:22

Tema anterior - Siguiente tema

0 Miembros y 1 Visitante están viendo este tema.

Tritón


"Al Agua Patos!!"

A Luna le apasionaba ir cada verano a la piscina con su familia pero especialmente con su padre. Su madre, su coqueta tía que según ella era "modelo", amigos, primos... Quien más, quien menos, faltaba algún fin de semana a las citas estivales, pero Luna jamás iba sin su padre. Luna lo adoraba. Los dos se adoraban. Si algún día él no podía acudir, ella brazos en jarra y poniendo morros, se negaba en rotundo.

Siempre era la primera que se desnudaba. Lucía un simpático cangrejo naranja por detrás con sendas pinzas que amenazaban los dos cachetes de su gracioso culo colorado. Cuando los adultos aún no se habían despojado de su ropa, ella ya brincaba y lanzaba sus brazos al aire desnudándolos a todos.

Luna adoraba zambullirse en el agua con su padre. Nació en una piscina, y quizás por eso, o no, el agua la volvía loca. Desde que tenía uso de razón, recordaba la aventura de descubrirla y chapotear sin parar con sus flotadores de animales. Desde el primer día perdió el miedo al agua. Su padre, para vencer el temor inicial, la arropó entre sus brazos y entre arrumacos, sujetándola firmemente se lanzo con ella al grito de: "Al agua patos!".

Luna se sintió tan arropada y tan segura que no sintió miedo con aquel salto al vacío, a lo desconocido. Sabía que entre sus brazos nada malo le ocurriría. Aquel primer chapuzón supuso todo un acontecimiento. Apenas subían la escalera, ella le arrastraba de nuevo hacia una nueva excursión, reclamando un segundo viaje. Tras el segundo, un tercero, un cuarto, un quinto, un sexto...

Cada año, el primer día de piscina, se convertía en el coche en un constante "al agua patos!" que no cesaba hasta concluir el trayecto hacia la piscina. "Cuando lleguemos, al agua patos, eh!" le insistía Luna una y otra vez, intentando con su reiteración avalar y asegurar la afirmación en la sonrisa de su padre.

Aún no sé quien disfrutaba más, si ella o él. Los años pasaban, Luna se convertía en una señorita, pero jamás dejaba de tirarse al agua con su padre. Disfrutaban como el primer día. El "bautizo" había devenido casi una institución familiar, una ceremonia, un rito inexcusable. El sabía que llegaría un día en que sus vacaciones no reclamarían el abrazado chapuzón, pero no le importaba. Disfrutaba de ella, incluso sabiendo que ese día tendría que llegar.

Este verano, fue el padre quien le propuso a Luna el primer día, un "al agua patos" viendo en ella, la niña que sólo el ya conservaba en su interior. Luna sonrío, corrió hasta su padre cubriéndole de besos y le respondió: "Luego, que primero voy a tomar el sol con la tía", y volvió, en busca de su top-model particular para recorrer juntas entre risas, artículos de revistas muy interesantes.

Entonces fue cuando supo que el último "al agua patos" de verdad, ocurrió el pasado septiembre. Afortunadamente, el presuroso y solitario chapuzón pudo neutralizar su desprendida lágrima antes de tumbarse a recordar pasados veranos en su toalla.