Otra vuelta de tuerca

Iniciado por Tritón, 12 Septiembre 2005, 17:45:38

Tema anterior - Siguiente tema

0 Miembros y 1 Visitante están viendo este tema.

Tritón


Se puede apreciar un detalle fascinante en el Nude de Tokio que aunque irrelevante, es sintomático del privilegio que supone ser fan de Prince. Acaba la función con el "see u" y entre los aplausos se dispone a abandonar el stage; desciende las escaleras. Cuando el público ya le ha perdido de vista, la cámara entre bastidores, le graba un último giro de 360º como parte de una coreografía que ya no existe; que nadie apreciará. Es increíble.

Estoy persuadido que no existirá otro artista capaz de descender las escaleras del escenario en directo y autoregalarse esa pirueta gratuita. No la da para la galería. Necesita darla porque es la forma con la que puede desembarazarse, quitarse de encima todo el peso del concierto!

Por un lado está claro que es consciente del seguimiento de las cámaras del programa especial japo y es una manera de decir a los realizadores: "hasta aquí chicos, cerrad cámaras" , cosa que los japos siempre tan atentos y respetuosos, entienden y hacen.

Pero yo diría que aparte de eso, lo hace también porque "le cuesta la transición" del Prince artista, al Prince persona. Desde luego, tocar una noche si y otra también no es cómodo, pero sin duda, él ha sentido sus creaciones mucho más que otros cantautores, y lo ha transmitido a su público.

Me venía al recuerdo la "sacudida de cabeza" de Dortmund 88, queriéndose "desembarazar" de Purple Rain. Es acojonante cómo tiene que "revolverse" como el perro empapado que sacudiéndose, intenta desprenderse de la lluvia que cala su cuerpo, para poder dar el golpe de guitarra que le permita la intro de 1999: necesita desprenderse de los sentimientos que le atenazan para poder continuar. Sabe que tiene que ordenar la entrada de 1999 y tiene que "desquitarse" del "perfume fatal de la canción" que no se lo permite, antes de que lleguen esas décimas que ya no podrá retrasar más.

En definitiva, privilegiadas pinceladas que no tienen precio.