El Poblado de Prince

Otros Foros => OffTopic => Mensaje iniciado por: PatricioRey en 16 Diciembre 2008, 02:07:58

Título: Juego: la historia
Publicado por: PatricioRey en 16 Diciembre 2008, 02:07:58
Ahora q el Poblado está atravesando una época sin demasiada actividad (Prince, dónde estás?) propongo un silly game para animar un poco la cosa. Se trata de escribir una historia, cuento, novela, o lo q salga, entre todos, escribiendo un máximo de 6 palabras cada uno. Se puede volver a postear después de q lo hagan 3 Pobladores.
A ver q sale  :juggle:

Había una vez un señor que...
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: mecky en 16 Diciembre 2008, 10:03:19
había perdido la ilusión por seguir......



puede resultar chulo, si la gente se anima y participa. Gracias, PR.  ;)

Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: Chuck Romerales en 16 Diciembre 2008, 12:58:17
     ... buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio... ;D
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: thedawn en 16 Diciembre 2008, 18:26:21
...así que decidió volver a su casa...
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: PatricioRey en 16 Diciembre 2008, 19:41:16
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner...
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: eldoctorjota en 16 Diciembre 2008, 21:23:20
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una bañera repleta de agua caliente
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: DMSR en 16 Diciembre 2008, 21:25:01
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: Shockadelica en 16 Diciembre 2008, 21:28:11
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007".
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: Chuck Romerales en 16 Diciembre 2008, 21:30:41
     Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de ;D
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: PatricioRey en 16 Diciembre 2008, 23:16:02
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una...
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: DMSR en 17 Diciembre 2008, 00:00:37
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí...
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: PRiNCe_ en 17 Diciembre 2008, 00:29:34
 (//)Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción.....

  :yes:
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: Chuck Romerales en 17 Diciembre 2008, 01:11:53
     Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal[/i]... ;D
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: mecky en 17 Diciembre 2008, 10:11:19
jajajajaja.... por cierto, os habéis comido la intervención de eldoctorjota., "bañera de agua caliente"...

me lo dejas bastante difícil Mike T. .......

Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal[/i]...  pero esa es otra historia, así
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: Shockadelica en 17 Diciembre 2008, 10:34:26
Hola mecky, no nos hemos comido la intervención de eldoctorjota: ayer él publicó la frase "una de sus más preciadas posesiones" y acto seguido DMSR publicó la suya. Después yo leí la intervención de DMSR y publiqué mi frase, después Mike, etc.

Al rato vi que eldoctorjota había modificado su mensaje minutos después, pero ya se habían dado tres respuestas. Habría que intentar no modificar las frases una vez publicadas, o una vez respondidas por otro poblador, puesto que la gente va corriendo a contestar y no te fijas mucho. Es mi opinión :).

Hecha esta aclaración, ahí voy:

Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal...  pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono...
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: mecky en 17 Diciembre 2008, 11:04:25
^
Hola Shocka, llevaba tiempo sin leerte, me alegra verte de nuevo...  ;)
:-[ lo siento.....desconocía esa corrección, es la impresión que me ha dado al leer , así que ..... :lipsrsealed2:
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: DMSR en 17 Diciembre 2008, 11:18:53
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal...  pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: PatricioRey en 17 Diciembre 2008, 17:43:37
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así...
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: mecky en 17 Diciembre 2008, 18:04:01
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.
Era
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: thedawn en 17 Diciembre 2008, 18:21:52
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.
Era tarde y solo quedaba pizza hawaiana
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: DMSR en 17 Diciembre 2008, 20:17:06
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.
Era tarde y solo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: PatricioRey en 17 Diciembre 2008, 20:30:40
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.
Era tarde y solo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7...
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: eldoctorjota en 17 Diciembre 2008, 21:31:42
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.
Era tarde y solo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: Chuck Romerales en 17 Diciembre 2008, 22:07:13
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.
Era tarde y solo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino ;D
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: Madriles en 17 Diciembre 2008, 22:54:32
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.
Era tarde y solo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: PatricioRey en 18 Diciembre 2008, 00:12:26
^ axn, las reglas del juego dicen q cada uno puede agregar un máximo de 6 palabras a la historia, pudiendo postear nuevamente después de q lo hagan 3 Pobladores.

Reduzo tu aportación a 6 palabras:

Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.
Era tarde y solo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se...
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: DMSR en 18 Diciembre 2008, 00:24:03
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.
Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: PatricioRey en 18 Diciembre 2008, 04:42:50
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.
Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder...
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: mecky en 18 Diciembre 2008, 10:21:04
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.
Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas...
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: Shockadelica en 18 Diciembre 2008, 12:25:22

Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.
Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que...
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: Chuck Romerales en 18 Diciembre 2008, 12:49:22
     Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.
Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre ;D
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: PatricioRey en 18 Diciembre 2008, 13:31:58
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.
Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella...
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: mecky en 18 Diciembre 2008, 13:56:21
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.
Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su ...
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: DMSR en 18 Diciembre 2008, 19:02:32
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.
Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: thedawn en 18 Diciembre 2008, 20:39:40
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.
Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: Chuck Romerales en 18 Diciembre 2008, 21:08:05
     Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.
Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico ;D


Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: Shockadelica en 18 Diciembre 2008, 23:07:43
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.
Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

Días después, el señor decidió salir
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: cat en 18 Diciembre 2008, 23:37:49
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.
Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: DMSR en 19 Diciembre 2008, 00:17:57
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.
Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: AnnieChristian en 19 Diciembre 2008, 00:50:48
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.
Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita pseudo intelectual árbitra de fútbol sala...
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: Madriles en 19 Diciembre 2008, 01:38:49
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.
Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita pseudo intelectual árbitra de fútbol sala. Pero, en lugar de a ella.....
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: mecky en 19 Diciembre 2008, 10:15:56
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.
Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita pseudo intelectual árbitra de fútbol sala. Pero, en lugar de a ella, se tropezó con el enigmático vecino...
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: hello01 en 19 Diciembre 2008, 10:26:43
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    Re: Juego: la historia
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Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.
Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita pseudo intelectual árbitra de fútbol sala. Pero, en lugar de a ella, se tropezó con el enigmático vecino... y pensó "va a arder Troya"



Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: DMSR en 19 Diciembre 2008, 11:35:44
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.
Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita pseudo intelectual árbitra de fútbol sala. Pero, en lugar de a ella, se tropezó con el enigmático vecino... y pensó "va a arder Troya". "¡Eh, usted, enigmático vecino de los
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: PatricioRey en 19 Diciembre 2008, 13:45:58
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.
Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita pseudo intelectual árbitra de fútbol sala. Pero, en lugar de a ella, se tropezó con el enigmático vecino... y pensó "va a arder Troya". "¡Eh, usted, enigmático vecino de los cojones! ¿Escuchó lo nuevo de Prince? ;D
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: mecky en 19 Diciembre 2008, 16:34:35
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.
Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita pseudo intelectual árbitra de fútbol sala. Pero, en lugar de a ella, se tropezó con el enigmático vecino... y pensó "va a arder Troya". "¡Eh, usted, enigmático vecino de los cojones! ¿Escuchó lo nuevo de Prince? ... con cara de estupefacción se le
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: Madriles en 20 Diciembre 2008, 06:35:28
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.
Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita pseudo intelectual árbitra de fútbol sala. Pero, en lugar de a ella, se tropezó con el enigmático vecino... y pensó "va a arder Troya". "¡Eh, usted, enigmático vecino de los cojones! ¿Escuchó lo nuevo de Prince? ... con cara de estupefacción quedóselo mirando Camilo Sesto que pasaba....
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: thedawn en 20 Diciembre 2008, 10:08:49
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.
Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita pseudo intelectual árbitra de fútbol sala. Pero, en lugar de a ella, se tropezó con el enigmático vecino... y pensó "va a arder Troya". "¡Eh, usted, enigmático vecino de los cojones! ¿Escuchó lo nuevo de Prince? ... con cara de estupefacción quedóselo mirando Camilo Sesto que pasaba por allí con un peinado nuevo...
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: DMSR en 20 Diciembre 2008, 12:26:18
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.
Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita pseudo intelectual árbitra de fútbol sala. Pero, en lugar de a ella, se tropezó con el enigmático vecino... y pensó "va a arder Troya". "¡Eh, usted, enigmático vecino de los cojones! ¿Escuchó lo nuevo de Prince?" ... con cara de estupefacción quedóselo mirando Camilo Sesto que pasaba por allí con un peinado nuevo que le escondía las orejas. "Perdonen, ...
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: Chuck Romerales en 20 Diciembre 2008, 14:25:33
     Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.
Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita pseudo intelectual árbitra de fútbol sala. Pero, en lugar de a ella, se tropezó con el enigmático vecino... y pensó "va a arder Troya". "¡Eh, usted, enigmático vecino de los cojones! ¿Escuchó lo nuevo de Prince?" ... con cara de estupefacción quedóselo mirando Camilo Sesto que pasaba por allí con un peinado nuevo que le escondía las orejas. "Perdonen, tengo unos calzoncillos usados en venta ;D
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: Ametlla_ en 21 Diciembre 2008, 00:34:51
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.
Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita pseudo intelectual árbitra de fútbol sala. Pero, en lugar de a ella, se tropezó con el enigmático vecino... y pensó "va a arder Troya". "¡Eh, usted, enigmático vecino de los cojones! ¿Escuchó lo nuevo de Prince?" ... con cara de estupefacción quedóselo mirando Camilo Sesto que pasaba por allí con un peinado nuevo que le escondía las orejas. "Perdonen, tengo unos calzoncillos usados en venta". Pero entonces apareció la vecinita empapada por la lluvia...
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: PatricioRey en 21 Diciembre 2008, 17:01:30
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.
Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita pseudo intelectual árbitra de fútbol sala. Pero, en lugar de a ella, se tropezó con el enigmático vecino... y pensó "va a arder Troya". "¡Eh, usted, enigmático vecino de los cojones! ¿Escuchó lo nuevo de Prince?" ... con cara de estupefacción quedóselo mirando Camilo Sesto que pasaba por allí con un peinado nuevo que le escondía las orejas. "Perdonen, tengo unos calzoncillos usados en venta". Pero entonces apareció la vecinita empapada por la lluvia, y con su dulce voz le...
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: DMSR en 21 Diciembre 2008, 18:16:59
Hola, Patricio, Ametlla ha cometido el mismo error que corregiste a ~axn... (//http://)
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: PatricioRey en 21 Diciembre 2008, 18:40:21
Lo sé, DMSR. Ametlla sólo se ha pasado x 3 palabras, en cambio axn se pasó como por 20. Si no me equivoco, también thedawn en algún post usó 7 palabras. Eso lo dejo pasar. Tampoco es cuestión de andar corrigiendo "errores" a cada rato.

Ah, tu link no me lleva a ninguna parte :thinking:
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: DMSR en 21 Diciembre 2008, 18:50:38
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.
Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita pseudo intelectual árbitra de fútbol sala. Pero, en lugar de a ella, se tropezó con el enigmático vecino... y pensó "va a arder Troya". "¡Eh, usted, enigmático vecino de los cojones! ¿Escuchó lo nuevo de Prince?" ... con cara de estupefacción quedóselo mirando Camilo Sesto que pasaba por allí con un peinado nuevo que le escondía las orejas. "Perdonen, tengo unos calzoncillos usados en venta". Pero entonces apareció la vecinita empapada por la lluvia, y con su dulce voz le estropeó el negocio. Los dobles raseros
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: Chuck Romerales en 21 Diciembre 2008, 23:01:01
     Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.

     Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

     Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita pseudo intelectual árbitra de fútbol sala. Pero, en lugar de a ella, se tropezó con el enigmático vecino... y pensó "va a arder Troya". "¡Eh, usted, enigmático vecino de los cojones! ¿Escuchó lo nuevo de Prince?" ... con cara de estupefacción quedóselo mirando Camilo Sesto que pasaba por allí con un peinado nuevo que le escondía las orejas. "Perdonen, tengo unos calzoncillos usados en venta". Pero entonces apareció la vecinita empapada por la lluvia, y con su dulce voz le estropeó el negocio. Los dobles raseros de aquélla jácara de rufianes pintiparados ;D


Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: thedawn en 22 Diciembre 2008, 18:28:15
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.

     Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

     Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita pseudo intelectual árbitra de fútbol sala. Pero, en lugar de a ella, se tropezó con el enigmático vecino... y pensó "va a arder Troya". "¡Eh, usted, enigmático vecino de los cojones! ¿Escuchó lo nuevo de Prince?" ... con cara de estupefacción quedóselo mirando Camilo Sesto que pasaba por allí con un peinado nuevo que le escondía las orejas. "Perdonen, tengo unos calzoncillos usados en venta". Pero entonces apareció la vecinita empapada por la lluvia, y con su dulce voz le estropeó el negocio. Los dobles raseros de aquélla jácara de rufianes pintiparados eran dignos de unos cínicos profesionales

pd: si alguna vez he usado + de 6 palabras como apuntan x ahí pido perdón...intento utilizar las 6 de rigor pero hay veces que...
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: PatricioRey en 23 Diciembre 2008, 14:44:53
     Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.

     Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

     Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita pseudo intelectual árbitra de fútbol sala. Pero, en lugar de a ella, se tropezó con el enigmático vecino... y pensó "va a arder Troya". "¡Eh, usted, enigmático vecino de los cojones! ¿Escuchó lo nuevo de Prince?" ... con cara de estupefacción quedóselo mirando Camilo Sesto que pasaba por allí con un peinado nuevo que le escondía las orejas. "Perdonen, tengo unos calzoncillos usados en venta". Pero entonces apareció la vecinita empapada por la lluvia, y con su dulce voz le estropeó el negocio. Los dobles raseros de aquélla jácara de rufianes pintiparados eran dignos de unos cínicos profesionales.

     En medio de aquella confusión la...
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: mecky en 23 Diciembre 2008, 16:58:12
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.

     Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

     Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita pseudo intelectual árbitra de fútbol sala. Pero, en lugar de a ella, se tropezó con el enigmático vecino... y pensó "va a arder Troya". "¡Eh, usted, enigmático vecino de los cojones! ¿Escuchó lo nuevo de Prince?" ... con cara de estupefacción quedóselo mirando Camilo Sesto que pasaba por allí con un peinado nuevo que le escondía las orejas. "Perdonen, tengo unos calzoncillos usados en venta". Pero entonces apareció la vecinita empapada por la lluvia, y con su dulce voz le estropeó el negocio. Los dobles raseros de aquélla jácara de rufianes pintiparados eran dignos de unos cínicos profesionales.

     En medio de aquella confusión la vecinita, que respondía al nombre de...
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: Billyjack1966 en 23 Diciembre 2008, 21:15:05
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.

     Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

     Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita pseudo intelectual árbitra de fútbol sala. Pero, en lugar de a ella, se tropezó con el enigmático vecino... y pensó "va a arder Troya". "¡Eh, usted, enigmático vecino de los cojones! ¿Escuchó lo nuevo de Prince?" ... con cara de estupefacción quedóselo mirando Camilo Sesto que pasaba por allí con un peinado nuevo que le escondía las orejas. "Perdonen, tengo unos calzoncillos usados en venta". Pero entonces apareció la vecinita empapada por la lluvia, y con su dulce voz le estropeó el negocio. Los dobles raseros de aquélla jácara de rufianes pintiparados eran dignos de unos cínicos profesionales.

     En medio de aquella confusión la vecinita, que respondía al nombre de Madame Lulú, le dijo ....
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: DMSR en 23 Diciembre 2008, 21:42:41
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.

     Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

     Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita pseudo intelectual árbitra de fútbol sala. Pero, en lugar de a ella, se tropezó con el enigmático vecino... y pensó "va a arder Troya". "¡Eh, usted, enigmático vecino de los cojones! ¿Escuchó lo nuevo de Prince?" ... con cara de estupefacción quedóselo mirando Camilo Sesto que pasaba por allí con un peinado nuevo que le escondía las orejas. "Perdonen, tengo unos calzoncillos usados en venta". Pero entonces apareció la vecinita empapada por la lluvia, y con su dulce voz le estropeó el negocio. Los dobles raseros de aquella jácara de rufianes pintiparados eran dignos de unos cínicos profesionales.

     En medio de aquella confusión la vecinita, que respondía al nombre de Madame Lulú, le dijo al jefe de la jácara: "chupar
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: ibiza en 23 Diciembre 2008, 23:07:23
Cita de: DMSR en 23 Diciembre 2008, 21:42:41
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.

     Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

     Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita pseudo intelectual árbitra de fútbol sala. Pero, en lugar de a ella, se tropezó con el enigmático vecino... y pensó "va a arder Troya". "¡Eh, usted, enigmático vecino de los cojones! ¿Escuchó lo nuevo de Prince?" ... con cara de estupefacción quedóselo mirando Camilo Sesto que pasaba por allí con un peinado nuevo que le escondía las orejas. "Perdonen, tengo unos calzoncillos usados en venta". Pero entonces apareció la vecinita empapada por la lluvia, y con su dulce voz le estropeó el negocio. Los dobles raseros de aquella jácara de rufianes pintiparados eran dignos de unos cínicos profesionales.

     En medio de aquella confusión la vecinita, que respondía al nombre de Madame Lulú, le dijo al jefe de la jácara: "chupar

"chupariencia me da miedo" pero solo se que no se nada..
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: Chuck Romerales en 24 Diciembre 2008, 00:58:01
     Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.

     Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

     Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita pseudo intelectual árbitra de fútbol sala. Pero, en lugar de a ella, se tropezó con el enigmático vecino... y pensó "va a arder Troya". "¡Eh, usted, enigmático vecino de los cojones! ¿Escuchó lo nuevo de Prince?" ... con cara de estupefacción quedóselo mirando Camilo Sesto que pasaba por allí con un peinado nuevo que le escondía las orejas. "Perdonen, tengo unos calzoncillos usados en venta". Pero entonces apareció la vecinita empapada por la lluvia, y con su dulce voz le estropeó el negocio. Los dobles raseros de aquella jácara de rufianes pintiparados eran dignos de unos cínicos profesionales.

     En medio de aquella confusión la vecinita, que respondía al nombre de Madame Lulú, le dijo al jefe de la jácara: "chupar caramelos de criadillas no es bueno... ;D
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: PatricioRey en 24 Diciembre 2008, 05:40:01
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.

     Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

     Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita pseudo intelectual árbitra de fútbol sala. Pero, en lugar de a ella, se tropezó con el enigmático vecino... y pensó "va a arder Troya". "¡Eh, usted, enigmático vecino de los cojones! ¿Escuchó lo nuevo de Prince?" ... con cara de estupefacción quedóselo mirando Camilo Sesto que pasaba por allí con un peinado nuevo que le escondía las orejas. "Perdonen, tengo unos calzoncillos usados en venta". Pero entonces apareció la vecinita empapada por la lluvia, y con su dulce voz le estropeó el negocio. Los dobles raseros de aquella jácara de rufianes pintiparados eran dignos de unos cínicos profesionales.

     En medio de aquella confusión, la vecinita, que respondía al nombre de Madame Lulú, le dijo al jefe de la jácara: "chupar caramelos de criadillas no es bueno, por eso vengo a ofrecerles esta...
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: mecky en 24 Diciembre 2008, 11:38:52
¿Caramelos de criadillas?.....qué asco  :sick: ..... :laugh4: :laugh4: :laugh4:...


Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.

     Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

     Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita pseudo intelectual árbitra de fútbol sala. Pero, en lugar de a ella, se tropezó con el enigmático vecino... y pensó "va a arder Troya". "¡Eh, usted, enigmático vecino de los cojones! ¿Escuchó lo nuevo de Prince?" ... con cara de estupefacción quedóselo mirando Camilo Sesto que pasaba por allí con un peinado nuevo que le escondía las orejas. "Perdonen, tengo unos calzoncillos usados en venta". Pero entonces apareció la vecinita empapada por la lluvia, y con su dulce voz le estropeó el negocio. Los dobles raseros de aquella jácara de rufianes pintiparados eran dignos de unos cínicos profesionales.

     En medio de aquella confusión, la vecinita, que respondía al nombre de Madame Lulú, le dijo al jefe de la jácara: "chupar caramelos de criadillas no es bueno, por eso vengo a ofrecerles esta caja de baklavas recién traída de...
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: DMSR en 27 Diciembre 2008, 22:52:43
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.

     Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

     Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita pseudo intelectual árbitra de fútbol sala. Pero, en lugar de a ella, se tropezó con el enigmático vecino... y pensó "va a arder Troya". "¡Eh, usted, enigmático vecino de los cojones! ¿Escuchó lo nuevo de Prince?" ... con cara de estupefacción quedóselo mirando Camilo Sesto que pasaba por allí con un peinado nuevo que le escondía las orejas. "Perdonen, tengo unos calzoncillos usados en venta". Pero entonces apareció la vecinita empapada por la lluvia, y con su dulce voz le estropeó el negocio. Los dobles raseros de aquella jácara de rufianes pintiparados eran dignos de unos cínicos profesionales.

     En medio de aquella confusión, la vecinita, que respondía al nombre de Madame Lulú, le dijo al jefe de la jácara: "chupar caramelos de criadillas no es bueno, por eso vengo a ofrecerles esta caja de baklavas recién traída de Lekeitio. Prueben, prueben, nunca probarán nada...
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: Chuck Romerales en 28 Diciembre 2008, 01:18:09

     Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.

     Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

     Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita pseudo intelectual árbitra de fútbol sala. Pero, en lugar de a ella, se tropezó con el enigmático vecino... y pensó Â"va a arder TroyaÂ". "¡Eh, usted, enigmático vecino de los cojones! ¿Escuchó lo nuevo de Prince?" ... con cara de estupefacción quedóselo mirando Camilo Sesto que pasaba por allí con un peinado nuevo que le escondía las orejas. "Perdonen, tengo unos calzoncillos usados en venta". Pero entonces apareció la vecinita empapada por la lluvia, y con su dulce voz le estropeó el negocio. Los dobles raseros de aquella jácara de rufianes pintiparados eran dignos de unos cínicos profesionales.

     En medio de aquella confusión, la vecinita, que respondía al nombre de Madame Lulú, le dijo al jefe de la jácara: "chupar caramelos de criadillas no es bueno, por eso vengo a ofrecerles esta caja de baklavas recién traída de Lekeitio. Prueben, prueben, nunca probarán nada tan pantagruélico y tan espasmódicamente zarrapastroso ;D
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: PatricioRey en 28 Diciembre 2008, 23:26:40
  Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.

     Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

     Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita pseudo intelectual árbitra de fútbol sala. Pero, en lugar de a ella, se tropezó con el enigmático vecino... y pensó "va a arder Troya". "¡Eh, usted, enigmático vecino de los cojones! ¿Escuchó lo nuevo de Prince?" ... con cara de estupefacción quedóselo mirando Camilo Sesto que pasaba por allí con un peinado nuevo que le escondía las orejas. "Perdonen, tengo unos calzoncillos usados en venta". Pero entonces apareció la vecinita empapada por la lluvia, y con su dulce voz le estropeó el negocio. Los dobles raseros de aquella jácara de rufianes pintiparados eran dignos de unos cínicos profesionales.

     En medio de aquella confusión, la vecinita, que respondía al nombre de Madame Lulú, le dijo al jefe de la jácara: "chupar caramelos de criadillas no es bueno, por eso vengo a ofrecerles esta caja de baklavas recién traída de Lekeitio. Prueben, prueben, nunca probarán nada tan pantagruélico y tan espasmódicamente zarrapastroso". El señor, cuyo nombre era Terencio...
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: mecky en 30 Diciembre 2008, 13:14:51
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.

     Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

     Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita pseudo intelectual árbitra de fútbol sala. Pero, en lugar de a ella, se tropezó con el enigmático vecino... y pensó "va a arder Troya". "¡Eh, usted, enigmático vecino de los cojones! ¿Escuchó lo nuevo de Prince?" ... con cara de estupefacción quedóselo mirando Camilo Sesto que pasaba por allí con un peinado nuevo que le escondía las orejas. "Perdonen, tengo unos calzoncillos usados en venta". Pero entonces apareció la vecinita empapada por la lluvia, y con su dulce voz le estropeó el negocio. Los dobles raseros de aquella jácara de rufianes pintiparados eran dignos de unos cínicos profesionales.

     En medio de aquella confusión, la vecinita, que respondía al nombre de Madame Lulú, le dijo al jefe de la jácara: "chupar caramelos de criadillas no es bueno, por eso vengo a ofrecerles esta caja de baklavas recién traída de Lekeitio. Prueben, prueben, nunca probarán nada tan pantagruélico y tan espasmódicamente zarrapastroso". El señor, cuyo nombre era Terencio, enmudeció durante un instante y se.....
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: PRiNCe_ en 30 Diciembre 2008, 23:15:40
 (//)Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.

     Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

     Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita pseudo intelectual árbitra de fútbol sala. Pero, en lugar de a ella, se tropezó con el enigmático vecino... y pensó "va a arder Troya". "¡Eh, usted, enigmático vecino de los cojones! ¿Escuchó lo nuevo de Prince?" ... con cara de estupefacción quedóselo mirando Camilo Sesto que pasaba por allí con un peinado nuevo que le escondía las orejas. "Perdonen, tengo unos calzoncillos usados en venta". Pero entonces apareció la vecinita empapada por la lluvia, y con su dulce voz le estropeó el negocio. Los dobles raseros de aquella jácara de rufianes pintiparados eran dignos de unos cínicos profesionales.

     En medio de aquella confusión, la vecinita, que respondía al nombre de Madame Lulú, le dijo al jefe de la jácara: "chupar caramelos de criadillas no es bueno, por eso vengo a ofrecerles esta caja de baklavas recién traída de Lekeitio. Prueben, prueben, nunca probarán nada tan pantagruélico y tan espasmódicamente zarrapastroso". El señor, cuyo nombre era Terencio, enmudeció durante un instante y se aparto sigilosamente hacia el rincón de...
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: DMSR en 07 Enero 2009, 00:01:48
    Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.

     Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

     Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita pseudo intelectual árbitra de fútbol sala. Pero, en lugar de a ella, se tropezó con el enigmático vecino... y pensó "va a arder Troya". "¡Eh, usted, enigmático vecino de los cojones! ¿Escuchó lo nuevo de Prince?" ... con cara de estupefacción quedóselo mirando Camilo Sesto que pasaba por allí con un peinado nuevo que le escondía las orejas. "Perdonen, tengo unos calzoncillos usados en venta". Pero entonces apareció la vecinita empapada por la lluvia, y con su dulce voz le estropeó el negocio. Los dobles raseros de aquella jácara de rufianes pintiparados eran dignos de unos cínicos profesionales.

     En medio de aquella confusión, la vecinita, que respondía al nombre de Madame Lulú, le dijo al jefe de la jácara: "chupar caramelos de criadillas no es bueno, por eso vengo a ofrecerles esta caja de baklavas recién traída de Lekeitio. Prueben, prueben, nunca probarán nada tan pantagruélico y tan espasmódicamente zarrapastroso". El señor, cuyo nombre era Terencio, enmudeció durante un instante y se aparto sigilosamente hacia el rincón de los buzones. Recobró el ánimo y
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: Chuck Romerales en 07 Enero 2009, 01:45:27
     Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.

     Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

     Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita pseudo intelectual árbitra de fútbol sala. Pero, en lugar de a ella, se tropezó con el enigmático vecino... y pensó "va a arder Troya". "¡Eh, usted, enigmático vecino de los cojones! ¿Escuchó lo nuevo de Prince?" ... con cara de estupefacción quedóselo mirando Camilo Sesto que pasaba por allí con un peinado nuevo que le escondía las orejas. "Perdonen, tengo unos calzoncillos usados en venta". Pero entonces apareció la vecinita empapada por la lluvia, y con su dulce voz le estropeó el negocio. Los dobles raseros de aquella jácara de rufianes pintiparados eran dignos de unos cínicos profesionales.

     En medio de aquella confusión, la vecinita, que respondía al nombre de Madame Lulú, le dijo al jefe de la jácara: "chupar caramelos de criadillas no es bueno, por eso vengo a ofrecerles esta caja de baklavas recién traída de Lekeitio. Prueben, prueben, nunca probarán nada tan pantagruélico y tan espasmódicamente zarrapastroso". El señor, cuyo nombre era Terencio, enmudeció durante un instante y se aparto sigilosamente hacia el rincón de los buzones. Recobró el ánimo y, colocándose el braguero ortopédico, con ánsia... ;D
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: PatricioRey en 07 Enero 2009, 16:55:56
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.

     Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

     Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita pseudo intelectual árbitra de fútbol sala. Pero, en lugar de a ella, se tropezó con el enigmático vecino... y pensó "va a arder Troya". "¡Eh, usted, enigmático vecino de los cojones! ¿Escuchó lo nuevo de Prince?" ... con cara de estupefacción quedóselo mirando Camilo Sesto que pasaba por allí con un peinado nuevo que le escondía las orejas. "Perdonen, tengo unos calzoncillos usados en venta". Pero entonces apareció la vecinita empapada por la lluvia, y con su dulce voz le estropeó el negocio. Los dobles raseros de aquella jácara de rufianes pintiparados eran dignos de unos cínicos profesionales.

     En medio de aquella confusión, la vecinita, que respondía al nombre de Madame Lulú, le dijo al jefe de la jácara: "chupar caramelos de criadillas no es bueno, por eso vengo a ofrecerles esta caja de baklavas recién traída de Lekeitio. Prueben, prueben, nunca probarán nada tan pantagruélico y tan espasmódicamente zarrapastroso". El señor, cuyo nombre era Terencio, enmudeció durante un instante y se aparto sigilosamente hacia el rincón de los buzones. Recobró el ánimo y, colocándose el braguero ortopédico, con ansia dirigióse nuevamente hacia la esbelta vecinita...
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: mecky en 07 Enero 2009, 17:15:53
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.

     Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

     Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita pseudo intelectual árbitra de fútbol sala. Pero, en lugar de a ella, se tropezó con el enigmático vecino... y pensó "va a arder Troya". "¡Eh, usted, enigmático vecino de los cojones! ¿Escuchó lo nuevo de Prince?" ... con cara de estupefacción quedóselo mirando Camilo Sesto que pasaba por allí con un peinado nuevo que le escondía las orejas. "Perdonen, tengo unos calzoncillos usados en venta". Pero entonces apareció la vecinita empapada por la lluvia, y con su dulce voz le estropeó el negocio. Los dobles raseros de aquella jácara de rufianes pintiparados eran dignos de unos cínicos profesionales.

     En medio de aquella confusión, la vecinita, que respondía al nombre de Madame Lulú, le dijo al jefe de la jácara: "chupar caramelos de criadillas no es bueno, por eso vengo a ofrecerles esta caja de baklavas recién traída de Lekeitio. Prueben, prueben, nunca probarán nada tan pantagruélico y tan espasmódicamente zarrapastroso". El señor, cuyo nombre era Terencio, enmudeció durante un instante y se aparto sigilosamente hacia el rincón de los buzones. Recobró el ánimo y, colocándose el braguero ortopédico, con ansia dirigióse nuevamente hacia la esbelta vecinita y con voz temblorosa, sin dejar...
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: Shockadelica en 07 Enero 2009, 17:52:39
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.

     Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

     Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita pseudo intelectual árbitra de fútbol sala. Pero, en lugar de a ella, se tropezó con el enigmático vecino... y pensó "va a arder Troya". "¡Eh, usted, enigmático vecino de los cojones! ¿Escuchó lo nuevo de Prince?" ... con cara de estupefacción quedóselo mirando Camilo Sesto que pasaba por allí con un peinado nuevo que le escondía las orejas. "Perdonen, tengo unos calzoncillos usados en venta". Pero entonces apareció la vecinita empapada por la lluvia, y con su dulce voz le estropeó el negocio. Los dobles raseros de aquella jácara de rufianes pintiparados eran dignos de unos cínicos profesionales.

     En medio de aquella confusión, la vecinita, que respondía al nombre de Madame Lulú, le dijo al jefe de la jácara: "chupar caramelos de criadillas no es bueno, por eso vengo a ofrecerles esta caja de baklavas recién traída de Lekeitio. Prueben, prueben, nunca probarán nada tan pantagruélico y tan espasmódicamente zarrapastroso". El señor, cuyo nombre era Terencio, enmudeció durante un instante y se aparto sigilosamente hacia el rincón de los buzones. Recobró el ánimo y, colocándose el braguero ortopédico, con ansia dirigióse nuevamente hacia la esbelta vecinita y con voz temblorosa, sin dejar de mirarle los voluptuosos y redondos
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: DMSR en 07 Enero 2009, 18:53:18
    Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.

     Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

     Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita pseudo intelectual árbitra de fútbol sala. Pero, en lugar de a ella, se tropezó con el enigmático vecino... y pensó "va a arder Troya". "¡Eh, usted, enigmático vecino de los cojones! ¿Escuchó lo nuevo de Prince?" ... con cara de estupefacción quedóselo mirando Camilo Sesto que pasaba por allí con un peinado nuevo que le escondía las orejas. "Perdonen, tengo unos calzoncillos usados en venta". Pero entonces apareció la vecinita empapada por la lluvia, y con su dulce voz le estropeó el negocio. Los dobles raseros de aquella jácara de rufianes pintiparados eran dignos de unos cínicos profesionales.

     En medio de aquella confusión, la vecinita, que respondía al nombre de Madame Lulú, le dijo al jefe de la jácara: "chupar caramelos de criadillas no es bueno, por eso vengo a ofrecerles esta caja de baklavas recién traída de Lekeitio. Prueben, prueben, nunca probarán nada tan pantagruélico y tan espasmódicamente zarrapastroso". El señor, cuyo nombre era Terencio, enmudeció durante un instante y se apartó sigilosamente hacia el rincón de los buzones. Recobró el ánimo y, colocándose el braguero ortopédico, con ansia dirigióse nuevamente hacia la esbelta vecinita y con voz temblorosa, sin dejar de mirarle los voluptuosos y redondos pezones, que taladraban su húmeda blusa
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: PatricioRey en 08 Enero 2009, 16:26:42
 Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.

     Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

     Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita pseudo intelectual árbitra de fútbol sala. Pero, en lugar de a ella, se tropezó con el enigmático vecino... y pensó "va a arder Troya". "¡Eh, usted, enigmático vecino de los cojones! ¿Escuchó lo nuevo de Prince?" ... con cara de estupefacción quedóselo mirando Camilo Sesto que pasaba por allí con un peinado nuevo que le escondía las orejas. "Perdonen, tengo unos calzoncillos usados en venta". Pero entonces apareció la vecinita empapada por la lluvia, y con su dulce voz le estropeó el negocio. Los dobles raseros de aquella jácara de rufianes pintiparados eran dignos de unos cínicos profesionales.

     En medio de aquella confusión, la vecinita, que respondía al nombre de Madame Lulú, le dijo al jefe de la jácara: "chupar caramelos de criadillas no es bueno, por eso vengo a ofrecerles esta caja de baklavas recién traída de Lekeitio. Prueben, prueben, nunca probarán nada tan pantagruélico y tan espasmódicamente zarrapastroso". El señor, cuyo nombre era Terencio, enmudeció durante un instante y se apartó sigilosamente hacia el rincón de los buzones. Recobró el ánimo y, colocándose el braguero ortopédico, con ansia dirigióse nuevamente hacia la esbelta vecinita y con voz temblorosa, sin dejar de mirarle los voluptuosos y redondos pezones, que taladraban su húmeda blusa con anhelos de libertad, le dijo...
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: mecky en 09 Enero 2009, 14:25:28
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.

     Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

     Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita pseudo intelectual árbitra de fútbol sala. Pero, en lugar de a ella, se tropezó con el enigmático vecino... y pensó "va a arder Troya". "¡Eh, usted, enigmático vecino de los cojones! ¿Escuchó lo nuevo de Prince?" ... con cara de estupefacción quedóselo mirando Camilo Sesto que pasaba por allí con un peinado nuevo que le escondía las orejas. "Perdonen, tengo unos calzoncillos usados en venta". Pero entonces apareció la vecinita empapada por la lluvia, y con su dulce voz le estropeó el negocio. Los dobles raseros de aquella jácara de rufianes pintiparados eran dignos de unos cínicos profesionales.

     En medio de aquella confusión, la vecinita, que respondía al nombre de Madame Lulú, le dijo al jefe de la jácara: "chupar caramelos de criadillas no es bueno, por eso vengo a ofrecerles esta caja de baklavas recién traída de Lekeitio. Prueben, prueben, nunca probarán nada tan pantagruélico y tan espasmódicamente zarrapastroso". El señor, cuyo nombre era Terencio, enmudeció durante un instante y se apartó sigilosamente hacia el rincón de los buzones. Recobró el ánimo y, colocándose el braguero ortopédico, con ansia dirigióse nuevamente hacia la esbelta vecinita y con voz temblorosa, sin dejar de mirarle los voluptuosos y redondos pezones, que taladraban su húmeda blusa con anhelos de libertad, le dijo: estoy amedrentado, pero sigo sin poder ...
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: PRiNCe_ en 10 Enero 2009, 19:14:36
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.

     Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

     Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita pseudo intelectual árbitra de fútbol sala. Pero, en lugar de a ella, se tropezó con el enigmático vecino... y pensó "va a arder Troya". "¡Eh, usted, enigmático vecino de los cojones! ¿Escuchó lo nuevo de Prince?" ... con cara de estupefacción quedóselo mirando Camilo Sesto que pasaba por allí con un peinado nuevo que le escondía las orejas. "Perdonen, tengo unos calzoncillos usados en venta". Pero entonces apareció la vecinita empapada por la lluvia, y con su dulce voz le estropeó el negocio. Los dobles raseros de aquella jácara de rufianes pintiparados eran dignos de unos cínicos profesionales.

     En medio de aquella confusión, la vecinita, que respondía al nombre de Madame Lulú, le dijo al jefe de la jácara: "chupar caramelos de criadillas no es bueno, por eso vengo a ofrecerles esta caja de baklavas recién traída de Lekeitio. Prueben, prueben, nunca probarán nada tan pantagruélico y tan espasmódicamente zarrapastroso". El señor, cuyo nombre era Terencio, enmudeció durante un instante y se apartó sigilosamente hacia el rincón de los buzones. Recobró el ánimo y, colocándose el braguero ortopédico, con ansia dirigióse nuevamente hacia la esbelta vecinita y con voz temblorosa, sin dejar de mirarle los voluptuosos y redondos pezones, que taladraban su húmeda blusa con anhelos de libertad, le dijo: estoy amedrentado, pero sigo sin poder. Ella simulaba ser incapaz de soportar...
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: Ametlla_ en 12 Enero 2009, 16:30:43
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.

     Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

     Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita pseudo intelectual árbitra de fútbol sala. Pero, en lugar de a ella, se tropezó con el enigmático vecino... y pensó "va a arder Troya". "¡Eh, usted, enigmático vecino de los cojones! ¿Escuchó lo nuevo de Prince?" ... con cara de estupefacción quedóselo mirando Camilo Sesto que pasaba por allí con un peinado nuevo que le escondía las orejas. "Perdonen, tengo unos calzoncillos usados en venta". Pero entonces apareció la vecinita empapada por la lluvia, y con su dulce voz le estropeó el negocio. Los dobles raseros de aquella jácara de rufianes pintiparados eran dignos de unos cínicos profesionales.

     En medio de aquella confusión, la vecinita, que respondía al nombre de Madame Lulú, le dijo al jefe de la jácara: "chupar caramelos de criadillas no es bueno, por eso vengo a ofrecerles esta caja de baklavas recién traída de Lekeitio. Prueben, prueben, nunca probarán nada tan pantagruélico y tan espasmódicamente zarrapastroso". El señor, cuyo nombre era Terencio, enmudeció durante un instante y se apartó sigilosamente hacia el rincón de los buzones. Recobró el ánimo y, colocándose el braguero ortopédico, con ansia dirigióse nuevamente hacia la esbelta vecinita y con voz temblorosa, sin dejar de mirarle los voluptuosos y redondos pezones, que taladraban su húmeda blusa con anhelos de libertad, le dijo: estoy amedrentado, pero sigo sin poder. Ella simulaba ser incapaz de soportar llevar la camisa empapada, comenzó a desabotorársela...
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: AnnieChristian en 14 Enero 2009, 23:22:38
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.

     Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

     Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita pseudo intelectual árbitra de fútbol sala. Pero, en lugar de a ella, se tropezó con el enigmático vecino... y pensó "va a arder Troya". "¡Eh, usted, enigmático vecino de los cojones! ¿Escuchó lo nuevo de Prince?" ... con cara de estupefacción quedóselo mirando Camilo Sesto que pasaba por allí con un peinado nuevo que le escondía las orejas. "Perdonen, tengo unos calzoncillos usados en venta". Pero entonces apareció la vecinita empapada por la lluvia, y con su dulce voz le estropeó el negocio. Los dobles raseros de aquella jácara de rufianes pintiparados eran dignos de unos cínicos profesionales.

     En medio de aquella confusión, la vecinita, que respondía al nombre de Madame Lulú, le dijo al jefe de la jácara: "chupar caramelos de criadillas no es bueno, por eso vengo a ofrecerles esta caja de baklavas recién traída de Lekeitio. Prueben, prueben, nunca probarán nada tan pantagruélico y tan espasmódicamente zarrapastroso". El señor, cuyo nombre era Terencio, enmudeció durante un instante y se apartó sigilosamente hacia el rincón de los buzones. Recobró el ánimo y, colocándose el braguero ortopédico, con ansia dirigióse nuevamente hacia la esbelta vecinita y con voz temblorosa, sin dejar de mirarle los voluptuosos y redondos pezones, que taladraban su húmeda blusa con anhelos de libertad, le dijo: estoy amedrentado, pero sigo sin poder. Ella simulaba ser incapaz de soportar llevar la camisa empapada, comenzó a desabotonársela, apareciéndo una pelambrera entre los senos...
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: PRiNCe_ en 15 Enero 2009, 23:03:59
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.

     Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

     Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita pseudo intelectual árbitra de fútbol sala. Pero, en lugar de a ella, se tropezó con el enigmático vecino... y pensó Â"va a arder TroyaÂ". "¡Eh, usted, enigmático vecino de los cojones! ¿Escuchó lo nuevo de Prince?" ... con cara de estupefacción quedóselo mirando Camilo Sesto que pasaba por allí con un peinado nuevo que le escondía las orejas. "Perdonen, tengo unos calzoncillos usados en venta". Pero entonces apareció la vecinita empapada por la lluvia, y con su dulce voz le estropeó el negocio. Los dobles raseros de aquella jácara de rufianes pintiparados eran dignos de unos cínicos profesionales.

     En medio de aquella confusión, la vecinita, que respondía al nombre de Madame Lulú, le dijo al jefe de la jácara: "chupar caramelos de criadillas no es bueno, por eso vengo a ofrecerles esta caja de baklavas recién traída de Lekeitio. Prueben, prueben, nunca probarán nada tan pantagruélico y tan espasmódicamente zarrapastroso". El señor, cuyo nombre era Terencio, enmudeció durante un instante y se apartó sigilosamente hacia el rincón de los buzones. Recobró el ánimo y, colocándose el braguero ortopédico, con ansia dirigióse nuevamente hacia la esbelta vecinita y con voz temblorosa, sin dejar de mirarle los voluptuosos y redondos pezones, que taladraban su húmeda blusa con anhelos de libertad, le dijo: estoy amedrentado, pero sigo sin poder. Ella simulaba ser incapaz de soportar llevar la camisa empapada, comenzó a desabotonársela, apareciéndo una pelambrera entre los senos que ocultaba el tatuaje de un....
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: Chuck Romerales en 15 Enero 2009, 23:44:23
     Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.

     Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

     Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita pseudo intelectual árbitra de fútbol sala. Pero, en lugar de a ella, se tropezó con el enigmático vecino... y pensó "va a arder Troya". "¡Eh, usted, enigmático vecino de los cojones! ¿Escuchó lo nuevo de Prince?" ... con cara de estupefacción quedóselo mirando Camilo Sesto que pasaba por allí con un peinado nuevo que le escondía las orejas. "Perdonen, tengo unos calzoncillos usados en venta". Pero entonces apareció la vecinita empapada por la lluvia, y con su dulce voz le estropeó el negocio. Los dobles raseros de aquella jácara de rufianes pintiparados eran dignos de unos cínicos profesionales.

     En medio de aquella confusión, la vecinita, que respondía al nombre de Madame Lulú, le dijo al jefe de la jácara: "chupar caramelos de criadillas no es bueno, por eso vengo a ofrecerles esta caja de baklavas recién traída de Lekeitio. Prueben, prueben, nunca probarán nada tan pantagruélico y tan espasmódicamente zarrapastroso". El señor, cuyo nombre era Terencio, enmudeció durante un instante y se apartó sigilosamente hacia el rincón de los buzones. Recobró el ánimo y, colocándose el braguero ortopédico, con ansia dirigióse nuevamente hacia la esbelta vecinita y con voz temblorosa, sin dejar de mirarle los voluptuosos y redondos pezones, que taladraban su húmeda blusa con anhelos de libertad, le dijo: estoy amedrentado, pero sigo sin poder. Ella simulaba ser incapaz de soportar llevar la camisa empapada, comenzó a desabotonársela, apareciéndo una pelambrera entre los senos que ocultaba el tatuaje de un chipirón en su tinta tuerto y ;D
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: bobby_z en 15 Enero 2009, 23:54:45
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.

     Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

     Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita pseudo intelectual árbitra de fútbol sala. Pero, en lugar de a ella, se tropezó con el enigmático vecino... y pensó "va a arder Troya". "¡Eh, usted, enigmático vecino de los cojones! ¿Escuchó lo nuevo de Prince?" ... con cara de estupefacción quedóselo mirando Camilo Sesto que pasaba por allí con un peinado nuevo que le escondía las orejas. "Perdonen, tengo unos calzoncillos usados en venta". Pero entonces apareció la vecinita empapada por la lluvia, y con su dulce voz le estropeó el negocio. Los dobles raseros de aquella jácara de rufianes pintiparados eran dignos de unos cínicos profesionales.

     En medio de aquella confusión, la vecinita, que respondía al nombre de Madame Lulú, le dijo al jefe de la jácara: "chupar caramelos de criadillas no es bueno, por eso vengo a ofrecerles esta caja de baklavas recién traída de Lekeitio. Prueben, prueben, nunca probarán nada tan pantagruélico y tan espasmódicamente zarrapastroso". El señor, cuyo nombre era Terencio, enmudeció durante un instante y se apartó sigilosamente hacia el rincón de los buzones. Recobró el ánimo y, colocándose el braguero ortopédico, con ansia dirigióse nuevamente hacia la esbelta vecinita y con voz temblorosa, sin dejar de mirarle los voluptuosos y redondos pezones, que taladraban su húmeda blusa con anhelos de libertad, le dijo: estoy amedrentado, pero sigo sin poder. Ella simulaba ser incapaz de soportar llevar la camisa empapada, comenzó a desabotonársela, apareciéndo una pelambrera entre los senos que ocultaba el tatuaje de un chipirón en su tinta tuerto y alguna que otra ladilla trepadora
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: Ametlla_ en 16 Enero 2009, 00:44:03
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.

     Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

     Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita pseudo intelectual árbitra de fútbol sala. Pero, en lugar de a ella, se tropezó con el enigmático vecino... y pensó "va a arder Troya". "¡Eh, usted, enigmático vecino de los cojones! ¿Escuchó lo nuevo de Prince?" ... con cara de estupefacción quedóselo mirando Camilo Sesto que pasaba por allí con un peinado nuevo que le escondía las orejas. "Perdonen, tengo unos calzoncillos usados en venta". Pero entonces apareció la vecinita empapada por la lluvia, y con su dulce voz le estropeó el negocio. Los dobles raseros de aquella jácara de rufianes pintiparados eran dignos de unos cínicos profesionales.

     En medio de aquella confusión, la vecinita, que respondía al nombre de Madame Lulú, le dijo al jefe de la jácara: "chupar caramelos de criadillas no es bueno, por eso vengo a ofrecerles esta caja de baklavas recién traída de Lekeitio. Prueben, prueben, nunca probarán nada tan pantagruélico y tan espasmódicamente zarrapastroso". El señor, cuyo nombre era Terencio, enmudeció durante un instante y se apartó sigilosamente hacia el rincón de los buzones. Recobró el ánimo y, colocándose el braguero ortopédico, con ansia dirigióse nuevamente hacia la esbelta vecinita y con voz temblorosa, sin dejar de mirarle los voluptuosos y redondos pezones, que taladraban su húmeda blusa con anhelos de libertad, le dijo: estoy amedrentado, pero sigo sin poder. Ella simulaba ser incapaz de soportar llevar la camisa empapada, comenzó a desabotonársela, apareciéndo una pelambrera entre los senos que ocultaba el tatuaje de un chipirón en su tinta tuerto y alguna que otra ladilla trepadora...
¡Santo Dios!! - exclamó aterrorizado el señor.
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: PatricioRey en 16 Enero 2009, 01:20:14
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.

     Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

     Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita pseudo intelectual árbitra de fútbol sala. Pero, en lugar de a ella, se tropezó con el enigmático vecino... y pensó "va a arder Troya". "¡Eh, usted, enigmático vecino de los cojones! ¿Escuchó lo nuevo de Prince?" ... con cara de estupefacción quedóselo mirando Camilo Sesto que pasaba por allí con un peinado nuevo que le escondía las orejas. "Perdonen, tengo unos calzoncillos usados en venta". Pero entonces apareció la vecinita empapada por la lluvia, y con su dulce voz le estropeó el negocio. Los dobles raseros de aquella jácara de rufianes pintiparados eran dignos de unos cínicos profesionales.

     En medio de aquella confusión, la vecinita, que respondía al nombre de Madame Lulú, le dijo al jefe de la jácara: "chupar caramelos de criadillas no es bueno, por eso vengo a ofrecerles esta caja de baklavas recién traída de Lekeitio. Prueben, prueben, nunca probarán nada tan pantagruélico y tan espasmódicamente zarrapastroso". El señor, cuyo nombre era Terencio, enmudeció durante un instante y se apartó sigilosamente hacia el rincón de los buzones. Recobró el ánimo y, colocándose el braguero ortopédico, con ansia dirigióse nuevamente hacia la esbelta vecinita y con voz temblorosa, sin dejar de mirarle los voluptuosos y redondos pezones, que taladraban su húmeda blusa con anhelos de libertad, le dijo: "estoy amedrentado, pero sigo sin poder". Ella simulaba ser incapaz de soportar llevar la camisa empapada, comenzó a desabotonársela, apareciéndo una pelambrera entre los senos que ocultaba el tatuaje de un chipirón en su tinta tuerto y alguna que otra ladilla trepadora...

     "¡Santo Dios!!", exclamó aterrorizado el señor. "No hay forma de que pueda...
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: AnnieChristian en 17 Enero 2009, 10:24:17
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.

     Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

     Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita pseudo intelectual árbitra de fútbol sala. Pero, en lugar de a ella, se tropezó con el enigmático vecino... y pensó "va a arder Troya". "¡Eh, usted, enigmático vecino de los cojones! ¿Escuchó lo nuevo de Prince?" ... con cara de estupefacción quedóselo mirando Camilo Sesto que pasaba por allí con un peinado nuevo que le escondía las orejas. "Perdonen, tengo unos calzoncillos usados en venta". Pero entonces apareció la vecinita empapada por la lluvia, y con su dulce voz le estropeó el negocio. Los dobles raseros de aquella jácara de rufianes pintiparados eran dignos de unos cínicos profesionales.

     En medio de aquella confusión, la vecinita, que respondía al nombre de Madame Lulú, le dijo al jefe de la jácara: "chupar caramelos de criadillas no es bueno, por eso vengo a ofrecerles esta caja de baklavas recién traída de Lekeitio. Prueben, prueben, nunca probarán nada tan pantagruélico y tan espasmódicamente zarrapastroso". El señor, cuyo nombre era Terencio, enmudeció durante un instante y se apartó sigilosamente hacia el rincón de los buzones. Recobró el ánimo y, colocándose el braguero ortopédico, con ansia dirigióse nuevamente hacia la esbelta vecinita y con voz temblorosa, sin dejar de mirarle los voluptuosos y redondos pezones, que taladraban su húmeda blusa con anhelos de libertad, le dijo: "estoy amedrentado, pero sigo sin poder". Ella simulaba ser incapaz de soportar llevar la camisa empapada, comenzó a desabotonársela, apareciéndo una pelambrera entre los senos que ocultaba el tatuaje de un chipirón en su tinta tuerto y alguna que otra ladilla trepadora...

     "¡Santo Dios!!", exclamó aterrorizado el señor. "No hay forma de que pueda depilarte esa selva de tu canalillo?
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: PRiNCe_ en 17 Enero 2009, 12:22:31

Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.

     Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

     Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita pseudo intelectual árbitra de fútbol sala. Pero, en lugar de a ella, se tropezó con el enigmático vecino... y pensó Â"va a arder TroyaÂ". "¡Eh, usted, enigmático vecino de los cojones! ¿Escuchó lo nuevo de Prince?" ... con cara de estupefacción quedóselo mirando Camilo Sesto que pasaba por allí con un peinado nuevo que le escondía las orejas. "Perdonen, tengo unos calzoncillos usados en venta". Pero entonces apareció la vecinita empapada por la lluvia, y con su dulce voz le estropeó el negocio. Los dobles raseros de aquella jácara de rufianes pintiparados eran dignos de unos cínicos profesionales.

     En medio de aquella confusión, la vecinita, que respondía al nombre de Madame Lulú, le dijo al jefe de la jácara: "chupar caramelos de criadillas no es bueno, por eso vengo a ofrecerles esta caja de baklavas recién traída de Lekeitio. Prueben, prueben, nunca probarán nada tan pantagruélico y tan espasmódicamente zarrapastroso". El señor, cuyo nombre era Terencio, enmudeció durante un instante y se apartó sigilosamente hacia el rincón de los buzones. Recobró el ánimo y, colocándose el braguero ortopédico, con ansia dirigióse nuevamente hacia la esbelta vecinita y con voz temblorosa, sin dejar de mirarle los voluptuosos y redondos pezones, que taladraban su húmeda blusa con anhelos de libertad, le dijo: "estoy amedrentado, pero sigo sin poder". Ella simulaba ser incapaz de soportar llevar la camisa empapada, comenzó a desabotonársela, apareciéndo una pelambrera entre los senos que ocultaba el tatuaje de un chipirón en su tinta tuerto y alguna que otra ladilla trepadora...

     "¡Santo Dios!!", exclamó aterrorizado el señor. "No hay forma de que pueda depilarte esa selva de tu canalillo?", ella asintió  "cera, cuchilla o pinzas".
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: bobby_z en 17 Enero 2009, 13:06:31
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.

     Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

     Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita pseudo intelectual árbitra de fútbol sala. Pero, en lugar de a ella, se tropezó con el enigmático vecino... y pensó "va a arder Troya". "¡Eh, usted, enigmático vecino de los cojones! ¿Escuchó lo nuevo de Prince?" ... con cara de estupefacción quedóselo mirando Camilo Sesto que pasaba por allí con un peinado nuevo que le escondía las orejas. "Perdonen, tengo unos calzoncillos usados en venta". Pero entonces apareció la vecinita empapada por la lluvia, y con su dulce voz le estropeó el negocio. Los dobles raseros de aquella jácara de rufianes pintiparados eran dignos de unos cínicos profesionales.

     En medio de aquella confusión, la vecinita, que respondía al nombre de Madame Lulú, le dijo al jefe de la jácara: "chupar caramelos de criadillas no es bueno, por eso vengo a ofrecerles esta caja de baklavas recién traída de Lekeitio. Prueben, prueben, nunca probarán nada tan pantagruélico y tan espasmódicamente zarrapastroso". El señor, cuyo nombre era Terencio, enmudeció durante un instante y se apartó sigilosamente hacia el rincón de los buzones. Recobró el ánimo y, colocándose el braguero ortopédico, con ansia dirigióse nuevamente hacia la esbelta vecinita y con voz temblorosa, sin dejar de mirarle los voluptuosos y redondos pezones, que taladraban su húmeda blusa con anhelos de libertad, le dijo: "estoy amedrentado, pero sigo sin poder". Ella simulaba ser incapaz de soportar llevar la camisa empapada, comenzó a desabotonársela, apareciéndo una pelambrera entre los senos que ocultaba el tatuaje de un chipirón en su tinta tuerto y alguna que otra ladilla trepadora...

     "¡Santo Dios!!", exclamó aterrorizado el señor. "No hay forma de que pueda depilarte esa selva de tu canalillo?", ella asintió  "cera, cuchilla o pinzas"."¿Pinzas?", preguntó. "Le saldrán ronchas como
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: Ametlla_ en 17 Enero 2009, 14:39:21
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.

     Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

     Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita pseudo intelectual árbitra de fútbol sala. Pero, en lugar de a ella, se tropezó con el enigmático vecino... y pensó "va a arder Troya". "¡Eh, usted, enigmático vecino de los cojones! ¿Escuchó lo nuevo de Prince?" ... con cara de estupefacción quedóselo mirando Camilo Sesto que pasaba por allí con un peinado nuevo que le escondía las orejas. "Perdonen, tengo unos calzoncillos usados en venta". Pero entonces apareció la vecinita empapada por la lluvia, y con su dulce voz le estropeó el negocio. Los dobles raseros de aquella jácara de rufianes pintiparados eran dignos de unos cínicos profesionales.

     En medio de aquella confusión, la vecinita, que respondía al nombre de Madame Lulú, le dijo al jefe de la jácara: "chupar caramelos de criadillas no es bueno, por eso vengo a ofrecerles esta caja de baklavas recién traída de Lekeitio. Prueben, prueben, nunca probarán nada tan pantagruélico y tan espasmódicamente zarrapastroso". El señor, cuyo nombre era Terencio, enmudeció durante un instante y se apartó sigilosamente hacia el rincón de los buzones. Recobró el ánimo y, colocándose el braguero ortopédico, con ansia dirigióse nuevamente hacia la esbelta vecinita y con voz temblorosa, sin dejar de mirarle los voluptuosos y redondos pezones, que taladraban su húmeda blusa con anhelos de libertad, le dijo: "estoy amedrentado, pero sigo sin poder". Ella simulaba ser incapaz de soportar llevar la camisa empapada, comenzó a desabotonársela, apareciéndo una pelambrera entre los senos que ocultaba el tatuaje de un chipirón en su tinta tuerto y alguna que otra ladilla trepadora...

     "¡Santo Dios!!", exclamó aterrorizado el señor. "No hay forma de que pueda depilarte esa selva de tu canalillo?", ella asintió  "cera, cuchilla o pinzas"."¿Pinzas?", preguntó. "Le saldrán ronchas como puños, mejor un tironcito de cera".
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: cat en 17 Enero 2009, 20:57:55
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.

     Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

     Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita pseudo intelectual árbitra de fútbol sala. Pero, en lugar de a ella, se tropezó con el enigmático vecino... y pensó "va a arder Troya". "¡Eh, usted, enigmático vecino de los cojones! ¿Escuchó lo nuevo de Prince?" ... con cara de estupefacción quedóselo mirando Camilo Sesto que pasaba por allí con un peinado nuevo que le escondía las orejas. "Perdonen, tengo unos calzoncillos usados en venta". Pero entonces apareció la vecinita empapada por la lluvia, y con su dulce voz le estropeó el negocio. Los dobles raseros de aquella jácara de rufianes pintiparados eran dignos de unos cínicos profesionales.

     En medio de aquella confusión, la vecinita, que respondía al nombre de Madame Lulú, le dijo al jefe de la jácara: "chupar caramelos de criadillas no es bueno, por eso vengo a ofrecerles esta caja de baklavas recién traída de Lekeitio. Prueben, prueben, nunca probarán nada tan pantagruélico y tan espasmódicamente zarrapastroso". El señor, cuyo nombre era Terencio, enmudeció durante un instante y se apartó sigilosamente hacia el rincón de los buzones. Recobró el ánimo y, colocándose el braguero ortopédico, con ansia dirigióse nuevamente hacia la esbelta vecinita y con voz temblorosa, sin dejar de mirarle los voluptuosos y redondos pezones, que taladraban su húmeda blusa con anhelos de libertad, le dijo: "estoy amedrentado, pero sigo sin poder". Ella simulaba ser incapaz de soportar llevar la camisa empapada, comenzó a desabotonársela, apareciéndo una pelambrera entre los senos que ocultaba el tatuaje de un chipirón en su tinta tuerto y alguna que otra ladilla trepadora...

     "¡Santo Dios!!", exclamó aterrorizado el señor. "No hay forma de que pueda depilarte esa selva de tu canalillo?", ella asintió  "cera, cuchilla o pinzas"."¿Pinzas?", preguntó. "Le saldrán ronchas como puños, mejor un tironcito de cera".

De pronto todo se oscureció en
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: Madriles en 18 Enero 2009, 04:25:18
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.

     Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

     Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita pseudo intelectual árbitra de fútbol sala. Pero, en lugar de a ella, se tropezó con el enigmático vecino... y pensó "va a arder Troya". "¡Eh, usted, enigmático vecino de los cojones! ¿Escuchó lo nuevo de Prince?" ... con cara de estupefacción quedóselo mirando Camilo Sesto que pasaba por allí con un peinado nuevo que le escondía las orejas. "Perdonen, tengo unos calzoncillos usados en venta". Pero entonces apareció la vecinita empapada por la lluvia, y con su dulce voz le estropeó el negocio. Los dobles raseros de aquella jácara de rufianes pintiparados eran dignos de unos cínicos profesionales.

     En medio de aquella confusión, la vecinita, que respondía al nombre de Madame Lulú, le dijo al jefe de la jácara: "chupar caramelos de criadillas no es bueno, por eso vengo a ofrecerles esta caja de baklavas recién traída de Lekeitio. Prueben, prueben, nunca probarán nada tan pantagruélico y tan espasmódicamente zarrapastroso". El señor, cuyo nombre era Terencio, enmudeció durante un instante y se apartó sigilosamente hacia el rincón de los buzones. Recobró el ánimo y, colocándose el braguero ortopédico, con ansia dirigióse nuevamente hacia la esbelta vecinita y con voz temblorosa, sin dejar de mirarle los voluptuosos y redondos pezones, que taladraban su húmeda blusa con anhelos de libertad, le dijo: "estoy amedrentado, pero sigo sin poder". Ella simulaba ser incapaz de soportar llevar la camisa empapada, comenzó a desabotonársela, apareciéndo una pelambrera entre los senos que ocultaba el tatuaje de un chipirón en su tinta tuerto y alguna que otra ladilla trepadora...

     "¡Santo Dios!!", exclamó aterrorizado el señor. "No hay forma de que pueda depilarte esa selva de tu canalillo?", ella asintió  "cera, cuchilla o pinzas"."¿Pinzas?", preguntó. "Le saldrán ronchas como puños, mejor un tironcito de cera".

De pronto todo se oscureció en Cuenca, donde ya se sabe que...
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: PatricioRey en 18 Enero 2009, 14:43:52
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.

     Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

     Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita pseudo intelectual árbitra de fútbol sala. Pero, en lugar de a ella, se tropezó con el enigmático vecino... y pensó "va a arder Troya". "¡Eh, usted, enigmático vecino de los cojones! ¿Escuchó lo nuevo de Prince?" ... con cara de estupefacción quedóselo mirando Camilo Sesto que pasaba por allí con un peinado nuevo que le escondía las orejas. "Perdonen, tengo unos calzoncillos usados en venta". Pero entonces apareció la vecinita empapada por la lluvia, y con su dulce voz le estropeó el negocio. Los dobles raseros de aquella jácara de rufianes pintiparados eran dignos de unos cínicos profesionales.

     En medio de aquella confusión, la vecinita, que respondía al nombre de Madame Lulú, le dijo al jefe de la jácara: "chupar caramelos de criadillas no es bueno, por eso vengo a ofrecerles esta caja de baklavas recién traída de Lekeitio. Prueben, prueben, nunca probarán nada tan pantagruélico y tan espasmódicamente zarrapastroso". El señor, cuyo nombre era Terencio, enmudeció durante un instante y se apartó sigilosamente hacia el rincón de los buzones. Recobró el ánimo y, colocándose el braguero ortopédico, con ansia dirigióse nuevamente hacia la esbelta vecinita y con voz temblorosa, sin dejar de mirarle los voluptuosos y redondos pezones, que taladraban su húmeda blusa con anhelos de libertad, le dijo: "estoy amedrentado, pero sigo sin poder". Ella simulaba ser incapaz de soportar llevar la camisa empapada, comenzó a desabotonársela, apareciéndo una pelambrera entre los senos que ocultaba el tatuaje de un chipirón en su tinta tuerto y alguna que otra ladilla trepadora...

     "¡Santo Dios!!", exclamó aterrorizado el señor. "No hay forma de que pueda depilarte esa selva de tu canalillo?", ella asintió  "cera, cuchilla o pinzas"."¿Pinzas?", preguntó. "Le saldrán ronchas como puños, mejor un tironcito de cera".

     De pronto todo se oscureció en Cuenca, donde ya se sabe que por la noche no es conveniente...
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: bobby_z en 18 Enero 2009, 15:14:45
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.

     Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

     Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita pseudo intelectual árbitra de fútbol sala. Pero, en lugar de a ella, se tropezó con el enigmático vecino... y pensó "va a arder Troya". "¡Eh, usted, enigmático vecino de los cojones! ¿Escuchó lo nuevo de Prince?" ... con cara de estupefacción quedóselo mirando Camilo Sesto que pasaba por allí con un peinado nuevo que le escondía las orejas. "Perdonen, tengo unos calzoncillos usados en venta". Pero entonces apareció la vecinita empapada por la lluvia, y con su dulce voz le estropeó el negocio. Los dobles raseros de aquella jácara de rufianes pintiparados eran dignos de unos cínicos profesionales.

     En medio de aquella confusión, la vecinita, que respondía al nombre de Madame Lulú, le dijo al jefe de la jácara: "chupar caramelos de criadillas no es bueno, por eso vengo a ofrecerles esta caja de baklavas recién traída de Lekeitio. Prueben, prueben, nunca probarán nada tan pantagruélico y tan espasmódicamente zarrapastroso". El señor, cuyo nombre era Terencio, enmudeció durante un instante y se apartó sigilosamente hacia el rincón de los buzones. Recobró el ánimo y, colocándose el braguero ortopédico, con ansia dirigióse nuevamente hacia la esbelta vecinita y con voz temblorosa, sin dejar de mirarle los voluptuosos y redondos pezones, que taladraban su húmeda blusa con anhelos de libertad, le dijo: "estoy amedrentado, pero sigo sin poder". Ella simulaba ser incapaz de soportar llevar la camisa empapada, comenzó a desabotonársela, apareciéndo una pelambrera entre los senos que ocultaba el tatuaje de un chipirón en su tinta tuerto y alguna que otra ladilla trepadora...

     "¡Santo Dios!!", exclamó aterrorizado el señor. "No hay forma de que pueda depilarte esa selva de tu canalillo?", ella asintió  "cera, cuchilla o pinzas"."¿Pinzas?", preguntó. "Le saldrán ronchas como puños, mejor un tironcito de cera".

     De pronto todo se oscureció en Cuenca, donde ya se sabe que por la noche no es conveniente salir de paseo vestido como un...
Título: Re: Juego: la historia
Publicado por: mecky en 30 Enero 2009, 11:22:13
Había una vez un señor que había perdido la ilusión por seguir buscando ornitorrincos en Calasparra de Enmedio, así que decidió volver a su casa y para relajarse pensó en poner una de sus más preciadas posesiones a disposición de los niños sordomudos: el libro "Prince en Benidorm 2007", de regalo con un kilo de chocolate que había comprado en una subasta. ¿Ornitorrincos en Benidorm? He ahí un camino abierto a la seducción de la deflación del empréstito inguinal... Pero esa es otra historia, así que el señor llamó por teléfono a Telepizza para satisfacer su ilusión de aumentar unos kilitos y así poder parecerse a Santa Claus.

     Era tarde y sólo quedaba pizza hawaiana, su favorita, qué rica la piñita. Tanto le gustaba que pidió 7 mil para repartirlas entre todos los sexadores de pollos melancólicos de Vitigudino; siendo sólo 3, empacháronse, muriéndose dos. Resultaron ser dos impostores que se aprovechaban sexualmente de las gallináceas cuando ya llevaban demasiado tiempo sin poder satisfacer una de sus necesidades biológicas. Lejos quedaban los tiempos en que repartían latas de mejillones en vinagre por las calles de la bella Florencia, donde vivieron parte de su perversión zoofílica bajo la supervisión de un anciano abstraido al estudio de la refracción dodecaédrica del zancarrón espasmódico.

     Días después, el señor decidió salir, a pesar del diluvio que caía, obsesionado con encontrarse con la vecinita pseudo intelectual árbitra de fútbol sala. Pero, en lugar de a ella, se tropezó con el enigmático vecino... y pensó "va a arder Troya". "¡Eh, usted, enigmático vecino de los cojones! ¿Escuchó lo nuevo de Prince?" ... con cara de estupefacción quedóselo mirando Camilo Sesto que pasaba por allí con un peinado nuevo que le escondía las orejas. "Perdonen, tengo unos calzoncillos usados en venta". Pero entonces apareció la vecinita empapada por la lluvia, y con su dulce voz le estropeó el negocio. Los dobles raseros de aquella jácara de rufianes pintiparados eran dignos de unos cínicos profesionales.

     En medio de aquella confusión, la vecinita, que respondía al nombre de Madame Lulú, le dijo al jefe de la jácara: "chupar caramelos de criadillas no es bueno, por eso vengo a ofrecerles esta caja de baklavas recién traída de Lekeitio. Prueben, prueben, nunca probarán nada tan pantagruélico y tan espasmódicamente zarrapastroso". El señor, cuyo nombre era Terencio, enmudeció durante un instante y se apartó sigilosamente hacia el rincón de los buzones. Recobró el ánimo y, colocándose el braguero ortopédico, con ansia dirigióse nuevamente hacia la esbelta vecinita y con voz temblorosa, sin dejar de mirarle los voluptuosos y redondos pezones, que taladraban su húmeda blusa con anhelos de libertad, le dijo: "estoy amedrentado, pero sigo sin poder". Ella simulaba ser incapaz de soportar llevar la camisa empapada, comenzó a desabotonársela, apareciéndo una pelambrera entre los senos que ocultaba el tatuaje de un chipirón en su tinta tuerto y alguna que otra ladilla trepadora...

     "¡Santo Dios!!", exclamó aterrorizado el señor. "No hay forma de que pueda depilarte esa selva de tu canalillo?", ella asintió  "cera, cuchilla o pinzas"."¿Pinzas?", preguntó. "Le saldrán ronchas como puños, mejor un tironcito de cera".

     De pronto todo se oscureció en Cuenca, donde ya se sabe que por la noche no es conveniente salir de paseo vestido como un pordiosero y con aires de altanero.....